sábado, 2 de abril de 2011

The Glesga Bus


Érase una vez dos muchachos humildes que volvían de tomarse unas pintas en el bar de su amigo "El Tipejo" y se disponían a volver a su casa pronto cual Cenicienta a las 12 de la noche debido a sus compromisos laborales al día siguiente, que era sábado. Todo transcurría normal, y tras esperar cientos de minutos en la parada de autobús, por fin llegó el bus número 6.662. He de hacer un inciso en este momento para aclarar al lector que la ciudad en la que se encontraban dichos individuos era Glasgow, Glesga o Glesgae, como se guste, la ciudad cani (o ned en Scanish) por excelencia del Reino Unido y parte del extranjero.

Al subir, se percataron de que el vehículo estaba a reventar, y en el ambiente había un cargante olor a alcohol. Pronto encontraron un par de plazas libres y tomaron asiento con la sensación de que ése podría ser el último viaje de sus vidas. Todo tipo de fauna Glaswegian purulaba a su alrededor. Justo delante de ellos, una mujer de 57 años y 180 kilos de peso chillaba a grito pelao mientras escupía el Irn Bru del KFC que se estaba bebiendo y que obligaba a los hombres que había a su alrededor también a beberlo. A su derecha, otro hombre (y cuando digo hombre me refiero a persona de más de 40 años, sino sería chaval, joven o viejoven en su defecto) era fruto de una salvaje paliza con armas de todo tipo, desde pajitas del KFC, periódicos e incluso le llegaron a dar en la cabeza con un paraguas. Pero él estaba tan feliz, en su mundo, cayéndole un hilillo de sangre de la cabeza, y charlando con la gorda que le propinaba los golpes como si nada. A la izquierda se encontraban el hijo de la gorda, que se ve que era del Rangers y su (puta) madre del Celtic, por lo que tras unas canciones futboleras de calentamiento, se enzarzaron en una discusión familiar madre-hijo sobre quién era mejor equipo que sólo acabó cuando la gorda perdió el equilibrio y cayó bocabajo sobre las piernas de dos hombres calvos con pendiente. A ellos les pareció gustar la situación, porque no dijeron ni mú y cuando ella se levantó consiguió que bebieran también de su Irn-Bru. Al lado de su hijo, el joven del Rangers, había una chavala que parecía la más normal del autobús, hasta que se quitó la chaqueta y tenía toda la mitad izquierda de la espalda tatuada con la bandera de Escocia, y toda la derecha con la de Irlanda.

Más hacia adelante, diversos grupos de personas que dudo mucho que se conocieran hablaban (gritaban) entre sí. Es muy curioso como a esas horas, da igual si la gente no se conoce, que todo el mundo se pone a cascar entre así sin razón aparente. Pero no todo era paz, amor y buen rollo. En la parte de atrás, 3 hombres con gorra la estaban liando parda metiéndose con un pobre chaval de Marruecos. Tanto que el señor repeinado y de traje (aún no sabemos qué hacía ahí) que se sentaba delante les encaró y comenzó una trifulca entre 4 ó 5 personas. A todo esto, los dos muchachos se mantenían callados y se cruzaban miradas de "mejor no abrimos la boca que nos apuñalan"... La pelea iba pasando a términos mayores, los puñetazos retumbaban en los cristales por lo que el señor conductor (que hasta ese momento debió pensar que aún no era momento de intervenir) tomó cartas en el asunto. Paró el autobús en seco, sacó su móvil y llamó a la Interpol, pero como todo el mundo sabe que la Interpol no existe, entraron al autobús un grupo de policías que arrasaron con todo y se llevaron 3 o 4 detenidos. Mientras la gente aplaudía en buenhacer de las fuerzas de seguridad escocesas, el autobusero decidió que era hora de reemprender la marcha. Después del altercado, la gorda seguía tumbada encima de los calvos con pendiente, y ahora se estaba dando picos con ellos. Pero no debió gustarle mucho porque pronto se levantó y se sentó detrás de los muchachos que iban acojonados y acto seguido echó la raba al pasillo sin que, afortunadamente, nadie saliera manchado.

Se acercaba el final del trayecto, y entre el miedo a ser asesinados y la cantidad de gente que había en el bus, los dos muchachos se levantaron y se dirigieron a la puerta. Todo hacía indicar que, después de 45 minutos de angustia, iban a llegar sanos y salvos a casa. Pero el destino guardaba una última carta, y ya en la puerta, un chaval se dirigió a uno de ellos con mirada amenazante y le preguntó: "Are you alright?" a la vez que se levantaba la camisa y mostraba "disimuladamente" un baldeo de proporciones desmesuradas. Tras asentir levemente con la cabeza, los muchachos salieron del autobús escopeteaos y sin reparo alguno en pagar un taxi la próxima vez.


PD: Próximamente HcHG realizará una colaboración especial en el blog de una buena amiga pero, para seguir el modus operandi de su autora, no desvelaremos de quién se trata, por lo que si queréis saberlo, estad atentos al blog!! xDD

4 comentarios:

  1. Sinceramente no sé cuál de las situaciones daría más miedo. Desde luego yo me quedo con la gorda, que si no tuvo bastante dando to el porculo encima coge y os echa la raba jajajaj. Macho si hace falta es mejor hacer autostop!

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  2. jajjajaajja si es que se crea intriga y la gente se engancha!!! vaya medito glasgow...jaja 2 days...and there we go!!

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  4. Y porque no has puesto nada de cuando llegó el ejército y cuando vimos a alonso capaarros? 3o4 detenidos? yo creo que salieron del autobús al menos 14 o 169... que poca capacidad creativa... DIOS SANTO

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